Terminé la historieta que Javi Hildebrandt escribió para el concurso de la ciudad de Buenos Aires sobre discapacidad. No muestro nada porque no tengo en claro si eso invalidaría la muestra o algo por el estilo, así que dejo en suspenso hasta que esté seguro.
Lo importante es que la terminé. Los dibujos apestan, y la historia los salva totalmente. Pero terminé. Siento como que descorché una botella. De hecho creo que se nota en la historieta misma. Las dos primera páginas toscas, duras. La tercera ya un poco más cómodo, y la historia se presta. La cuarta página ya suelto, aunque apurado, pero dibujando un poco en piloto automático, sin pensar y repensar cada puta línea.
Ahora el chiste es seguir. Seguir soltando la mano, y más importante, poniendo historias en papel. Ya sean concursos, guiones propios, o simples boludeces para entretenerlos, lectores. Siento que me saqué 1000 kilos de encima (cuando en realidad solo son 27… por ahora).
Juro que muestro una página pronto. ¡Lo juro! ¡Ah!
Guido Quaranta 
¿Me parece o arrancaste con todo? Te felicito y me alegro, como conté la otra vez, mucha gente que conozco no se anima a terminar algo, y apenas lo empieza. Parece fácil pero no siempre lo es. Espero que puedas darle átomos como se debe.
Ese es el tema. Empezar no es fácil. Pero terminar tampoco. Y hay pocas cosas que te den más ganas de seguir que terminar proyectos.
Siempre vas a decir que tus dibujos apestan, aunque sepas que no es así… Las dos últimas páginas son las mejores, tal vez porque son las más atractivas visualmente, pero también porque se nota que te soltaste (tenía razón Pietro en lo que te dijo el otro día).
Bueno, me alegro que te haya servido para animarte a seguir. A darle duro al lápiz y al plumín, entonces.
Un abrazo!